AVIÑÓN, Francia.- Las filmaciones no dejan lugar a dudas, más allá de los defensores lo hayan intentado, sobre lo que le sucede a la mujer que parece dormida, desnuda, mientas decenas de hombres pasan por su cuerpo. Gisèle Pelicot está siendo violada mientras su marido la filma.

Los videos caseros seleccionados por Dominique Pelicot, guardados en un disco duro que él etiquetó como “abuso”, documentan las agresiones a su ex esposa a lo largo de una década.

Cincuenta hombres están acusados de violarla mientras estaba inconsciente. Son más los que aparecen en los videos, pero la policía aún no los identifica.

Muchos de los hombres reclutados por su ex marido en internet insisten en que no creían que lo que estaban haciendo fuera una violación. Así los describe un artículo del “New York Times”, publicado esta semana.

El último de ellos en declarar ante los jueces, Philippe Leleu es soltero, sin hijos, levantador de pesas y jardinero profesional.

A sus 62 años, estaba a punto de jubilarse cuando la policía fue a su casa. Su madre abrió, viven uno al lado del otro, y, desde que ella sufrió un derrame cerebral hace 10 años, cenan juntos y él pasa la mayoría de las noches en la casa de ella. “Nunca imaginé que me presentaría a un tribunal por él”, declaró ella a los jueces.

Los 50 hombres, acusados todos menos uno de violación con agravantes, intento de violación o agresión sexual a Gisele Pelicot, comparecieron a lo largo de las 12 semanas del juicio.

“Un señor cualquiera”

Los medios de comunicación franceses los han apodado “Monsieur Tout-le-monde” (”señor cualquiera” o “señor normal”) por lo variado de sus perfiles y lo comunes que resultan.

Son bajos, altos, con sobrepeso, delgados, bien afeitados, barbudos, calvos o llevan el pelo con una colita. Todos menos 14 tenían trabajo, en empleos que reflejan el espectro de la Francia rural de clase media y trabajadora: camioneros, carpinteros y obreros, un guardiacárcel, un enfermero, un especialista en informática que trabaja para un banco, un periodista local.

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Sus edades van de los 27 a los 74 años. Más de dos tercios tienen hijos. Un 40% tenían antecedentes penales, varios por violencia doméstica y dos por violación.

Hay pocos denominadores comunes: 18 sufrían adicción al alcohol o las drogas; el resto no. Alrededor de una decena declararon haber sufrido abusos sexuales en la infancia. Otros, como Leleu, vienen de hogares cariñosos.

No existe tal cosa como “el perfil del violador”, dijo Antoine Camus, uno de los dos abogados de Gisele Pelicot, en su alegato final de la semana pasada.

Los hombres comparecieron ante el tribunal en grupos de cinco a siete a lo largo de 10 semanas, ofreciendo pinceladas de la vida de cada uno. Leleu fue la última persona del último grupo.

Como decenas de hombres que le precedieron, Leleu se declaró inocente de la violación de Gisele. En su defensa, dijo que Dominique Pelicot le había dicho que ella misma había tomado las drogas.

“Pido perdón a la señora Pelicot por haber participado involuntariamente en su sufrimiento”, dijo antes de volver a sentarse en su banco.

Christian Lescole, de 57 años, bombero y divorciado, padre de dos hijas, también estuvo en el banquillo. Su nueva pareja, con la que había planeado abrir una residencia canina, le dijo al tribunal que era un hombre increíble. “No creo que sea capaz de cometer una violación”, dijo.

Lescole es uno de los cinco acusados que enfrentan cargos de posesión de imágenes de abusos sexuales a menores. Lleva cuatro años en prisión preventiva. “No me queda futuro. Me he pasado la vida protegiendo a la gente. Nunca había tenido problemas con la justicia”, dijo Lescole.

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Desde que comenzó el juicio a principios de septiembre, Lescole ha asistido con regularidad. Dijo que estaba allí en busca de respuestas, “porque este no soy yo. Esto no refleja mis valores. ¿Cómo he llegado hasta aquí?”.

Durante el juicio, contó a 18 hombres a los que Dominique Pelicot les había ofrecido una copa al llegar a su casa. Ahora dice que cree que todos fueron drogados y que no recordaba nada después de entrar en el dormitorio.

La última semana incluyó a uno de los acusados más jóvenes: Charly Arbo, obrero de una empresa cementera. Tenía 22 años cuando fue por primera vez a la casa de los Pelicot en 2016. Fue seis veces en total. La policía encontró 47 videos de sus visitas en los dispositivos de Pelicot.

Joseph Cocco, de 69 años, compareció ante los jueces como parte del mismo grupo final. Gerente jubilado de una filial de una empresa cervecera, Cocco es uno de los dos acusados que no enfrenta cargos por haber violado a Pelicot. En cambio, ha sido acusado de agredirla sexualmente.

Es padre, superviviente de cáncer, campeón de karate y daba cursos para la policía. Como casi la mitad de los acusados, Cocco era aficionado al intercambio de parejas. Dijo que lo habían invitado para hacer un trío, y que Pelicot “nunca habló de violar o drogar a su mujer”.

Contó que cuando estuvo en la habitción de Giséle, la oyó roncar. “¿Qué está pasando? ¿Por qué no se mueve?”, planteó. Al no recibir respuesta, se marchó. Pero no llamó a la policía. Ninguno de los acusados lo hizo.